Cómo influyen las relaciones sociales en nuestra felicidad

¿Qué encontrarás en este artículo?

El afecto es vital

Ya Aristóteles decía que el hombre es un ser social por naturaleza. Tanto es así que se ha demostrado que necesitamos al otro ya desde los primeros momentos de nuestra vida y no sólo para la adquisición de cuidados y protección en los primeros años, o como forma de organización social de adultos. Diferentes experimentos demuestran que la ausencia de afecto en los bebés puede desembocar en su muerte.

El psicoanalista Spitz desarrolló el concepto de hospitalismo a principios del S.XX, al observar que la mortalidad en los neonatos sin estímulos positivos (muestras de afecto) por ser separados de sus madres era mucho más alta, a pesar de recibir los “cuidados básicos” por parte de las enfermeras. Federico II de Prusia, quiso formar el ejército perfecto y para ello, retiró a los recién nacidos de sus familias de origen y los hizo criar por enfermeros en un edificio donde se les proveería de techo, alimento, abrigo, aseo, medicinas…. Todo aquello que necesitaran excepto de afecto, no se les hablaría en tono amable, abrazaría ni sonreiría en ningún caso. Todos los bebés fallecieron en pocas semanas. Existen otros experimentos similares de los que se obtienen resultados parecidos, siempre con graves trastornos físicos y psíquicos en los afectados que en muchos casos terminan en su muerte.

¿Cómo nos relacionamos?

Entonces, por un lado, sabemos que las relaciones sociales y el afecto son vitales para nuestro desarrollo. Pero también sabemos que hay muchos tipos de relaciones diferentes ¿por qué a la hora de entablar relación con otras personas unos las buscan y se muestran seguros y simpáticos; otros las rehúyen y parecen avergonzados y aterrorizados, otros sienten más que el placer, la necesidad de estar con los demás y de ser aceptados y queridos… cada uno sabemos cómo nos relacionamos y qué dificultades tenemos en las relaciones, ¿pero de dónde viene eso?

Desde la psicología, la Teoría del Apego da una respuesta explicándolo también desde las necesidades del recién nacido. Éste necesita establecer una relación con al menos un cuidador principal para que su desarrollo social y emocional se produzca con normalidad. Los bebés se apegan a los adultos sensibles y receptivos a sus necesidades, por una cuestión de supervivencia. Esta figura de apego le servirá para cubrir sus necesidades y para darle la seguridad necesaria para poder explorar y aprender (gatear, caminar, relacionarse con objetos, personas…). Pero esta relación, este apego, puede tener diferentes formas que veremos a continuación.

Las distintas formas del apego

  1. Seguro: si el cuidador da una respuesta rápida y consistente a las necesidades del niño, haciendo que éste se muestre tranquilo.
  2. Ambivalente: si la respuesta del cuidador es cambiante, a veces cubre las necesidades del niño, otras no… haciendo que éste se muestre ansioso y muy pendiente de la respuesta de su cuidador
  3. Evitativo: si la respuesta del cuidador y por tanto la relación entre ambos es débil, y se fomenta la independencia del niño
  4. Desorganizado: si la respuesta del cuidador es asustada o asusta al niño, pudiendo llegar a los malos tratos.
 

Estas cuatro formas de relación, conforman la primera relación y la más importante que establecerá cada persona. Es a partir de aquí, que cada uno aprende qué significa relacionarse y qué espera de la interacción con los demás y, por tanto, establece su forma de vincularse. Si bien es cierto que estas son 4 formas tipo y que la mayoría de relaciones de apego son un híbrido entre ellas, con los años (y matizado por las relaciones y experiencias posteriores) darán lugar a 4 formas de relacionarse de esos niños, cuando se hacen adultos:

El apego en la etapa adulta

  1. Segura: se sienten seguros de sí mismos, de sus relaciones, de sus parejas y encuentran un equilibrio entre la intimidad y la independencia.
  2. Ansioso: tienen una visión menos positiva de sí mismos, son menos confiados, buscan mayores niveles de intimidad y de aprobación de los demás, son más dependientes y pueden mostrarse más preocupados o impulsivos en sus relaciones.
  3. Despegado-evitativo: se ven autosuficientes, no necesitan relaciones íntimas ni cercanas, tienden a reprimir o mostrarse invulnerables a los sentimientos.
  4. Asustado-evitativo: tienen sentimientos encontrados sobre las relaciones, por un lado, las desean y por otro se sienten incómodos con ellas, por lo que suelen evitarlas (pero con sufrimiento, a diferencia de los anteriores). Se muestran desconfiados de los demás y poco seguros de sí mismos.

Por tanto, el tipo de relaciones y de afecto que recibimos desde bien pequeños, influirá en nuestra forma de vernos, de ser, de relacionarnos, en el tipo de relaciones que establecemos y por tanto en nuestra felicidad.

 

¿Cómo podemos relacionarnos mejor?

Lo primero de todo, dándonos cuenta de lo importantes que son las relaciones en nuestra vida. Si para un bebé pueden suponer la diferencia entre la vida y la muerte, porque así lo ha establecido la naturaleza, como algo necesario para la supervivencia del individuo y de la especie, podemos hacernos una idea de su importancia. Pero tenemos muchas más pruebas sobre ello, ponte a pensar y verás como las relaciones humanas suponen una fuente de apoyo físico y emocional insustituible; aprendemos a través de los demás; si nos sucede algo y no lo compartimos es casi como si no hubiera existido; si enfermamos gravemente y contamos con un buen apoyo social, tenemos mejor pronóstico; si recuerdas los mejores y peores momentos de tu vida, verás la importancia de las personas de tu alrededor.

Hoy en día se hace todavía más patente la necesidad que tenemos de estar en contacto unos con otros, a través de las nuevas tecnologías no paramos de comunicarnos, de decirnos cosas continuamente, mensajes, wasaps, twits… la mayoría de veces, nos decimos cosas sin la menor importancia (con revisar algunas de las historias de nuestros amigos en sus redes sociales desaparecerán tus dudas). “Comiendo una hamburguesa”, ¿a quién puede interesarle eso? Seguramente a nadie, pero el que lo escribe tiene la necesidad de comunicarse con otros, sobre cualquier cosa, porque lo importante es sentirse conectado con otros, vinculado con otros… saber que por absurdo que sea lo que pongamos, alguien lo va a leer e incluso es probable que escriba algún comentario al respecto, porque el otro también quiere relacionarse, comunicarse, vinculándose, aunque sea a través de una hamburguesa.

Puede que conozcas este vídeo, es una gran muestra de la necesidad que tenemos, desde bien niños, de comunicar cosas, de conectarnos con los demás, aunque no haya un motivo, de saber que alguien está pendiente de nosotros, que cubrirá nuestras necesidades, que nos reconoce como a alguien con quien vincularse. Vuelve a verlo ahora y verás como es fantástico.

Una vez que reconozcas la importancia de las relaciones, entiende que esto, es igual para todo el mundo, todos quieren relacionarse con otra gente, es una necesidad universal, no estás solo.

Y finalmente, observa cuáles son tus dificultades al relacionarte. La terapia te puede ayudar a superar las dificultades en las relaciones si crees que no puedes hacerlo solo, pero si quieres empezar, aquí van algunos consejos.

 

¿Con cuál de estas formas te has identificado?

  • Si te muestras ansioso ante las relaciones, recuerda que lo saludable es que no te caiga bien todo el mundo y no caer bien a todo el mundo, no esperes la aprobación de todos, porque eso es un objetivo imposible que solo te traerá frustración. Si no te gustan todos los estilos de música, cine, deportes, estilos de ropa… ¿por qué tendrían que gustarte todas las personas? Que algo no vaya contigo no significa que esté mal, si no le gustas a alguien, tampoco significa que estés mal. Y cuando a alguien sí le gustes créetelo, no estaba obligado a ello, así que, si te escoge como amigo o pareja, es porque le gustas, no necesitas comprobarlo, ponerlo a prueba o dudarlo continuamente, simplemente disfrútalo.
  • Si te reconoces entre los despegados evitativos (difícilmente estarás leyendo este artículo), pero si es así, es posible que esto, aunque no te cree malestar, sí te lleve a conflictos con los demás, simplemente sé claro con ellos, estableciendo un nivel de intimidad en el que todos los implicados en tus relaciones puedan sentirse cómodos y no haya diferencias entre niveles de intimidad/independencia que desemboquen en conflictos.
  • Si te has visto reflejado entre los asustados/evitativos, recuerda que todas las personas quieren relacionarse, como tú, y que todas tienen ciertas dificultades en ello, como tú. Además, la única forma de superar los miedos es afrontarlos, cuanto más hagas por relacionarte, mejor se te dará, menos miedo sentirás y más satisfecho estarás con tus relaciones y con tu vida.