SOBRE MÍ

En una buena terapia es imprescindible que tanto tú como yo nos sintamos bien juntos, en confianza, a gusto. Sé que dar el primer paso para iniciar una terapia a veces no es fácil y que para darlo necesitas sentir que puedes confiar en mí. 

Por eso, quiero que me conozcas y contarte mi historia, antes de pedirte que me cuentes la tuya. Me gustaría transmitirte la seguridad de que no caminarás solo. Yo estaré a tu lado.

¿Empezamos?

MI HISTORIA

MIRADAS

Aunque era una niña, todavía recuerdo las miradas de agradecimiento de aquellas personas que nos paraban por la calle para dar las gracias a mis padres. Como psiquiatras, ambos ayudaban cada día a muchas personas que, de un modo u otro, sufrían.

La profesión de mis padres siempre estuvo muy presente en el día a día. Hablaban con cariño de sus pacientes, alegrándose de forma genuina cuando mejoraban. Era habitual que siguiésemos sus recomendaciones a la hora de elegir un libro, una película, una exposición, una excursión… Era como si, de alguna forma, estuviesen siempre presentes en casa, en la familia.

 Hoy en día, me emociona tener las mismas conversaciones en mi casa con los míos. 

Cuando tuve que decidir qué quería estudiar, supongo que fue inevitable pensar en todo aquello que había vivido en casa. Siempre vi algo muy noble en el trabajo de mis padres y decidí estudiar Psicología con la motivación de ayudar a otras personas a sentirse mejor.

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EL ARCA DE NOÉ

Me crié en contacto con la naturaleza. 

Me encantaba el mar y sentía un interés especial por los animales. Todos decían que mi casa era como el arca de Noé. Teníamos animales de todos los tamaños (desde canarios hasta un caballo). Cuando alguien recogía un animal de la calle nos lo ofrecía y yo me dedicaba a cuidarlo. Por eso, mi familia siempre creyó que sería veterinaria.

Era una niña tímida, responsable y curiosa. Sacaba buenas notas y me gustaba mucho dibujar. Aunque tenía muchos amigos, también sabía desconectar de todo con facilidad y disfrutar de mi propio mundo.

Mi abuela Margalida, de la que heredé mi nombre, representaba para mí el amor incondicional. Mis padres la seguridad del hogar. Mi hermana mayor, Bel, era un modelo a seguir y a imitar, pero también una compañera de juegos y de risas infinitas. Éramos muy protectoras la una con la otra. Una vez pegué patadas a un médico mientras cosía el labio de mi hermana porque pensaba que le hacía daño. 

Creo que las dos heredamos de nuestros padres ese interés por cuidar a los demás. Mi hermana decidió cuidar a los demás como enfermera, yo como psicóloga.

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LA GRAN CIUDAD

Siendo adolescente, decidí cambiar de universidad e irme a Barcelona para acabar la carrera. Quería experimentar la vida en una gran ciudad. Sentirme independiente. Explorar nuevos lugares y conocer gente.

En ese tiempo, los amigos tuvieron una gran relevancia. Significaban lo nuevo, la apertura al mundo, la salida definitiva del nido.

Tras 5 años, volví a Mallorca. Añoraba vivir en un lugar más pequeño, donde siempre resulta más sencillo percibir la cercanía de la gente. 

Mirando atrás, aquella época en Barcelona me había servido para conocerme mucho a mí misma. Fue una época de aprendizajes y de tránsito hacia la etapa adulta que contribuyó mucho a mi capacidad para no juzgar, para entender distintas formas de vivir y de sentir, y para ser todavía más tolerante y comprensiva con lo que cada persona escoge vivir.

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Yacht
Margalida de la Rosa Alzamora

UNA MOCHILA LLENA

En Mallorca, ejercí mi profesión en algunas consultas mientras colaboraba de forma desinteresada con distintas asociaciones con grupos en riesgo y personas más necesitadas. 

Pero no quería acomodarme. 

Siempre he pensado que un buen psicoterapeuta debe seguir formándose de manera continua a lo largo de toda su trayectoria profesional. 

Esa era la única forma de poder ofrecer a sus pacientes una terapia actualizada y efectiva. 

Con eso en mente, decidí seguir mi formación. Empecé en Madrid, con un postgrado para especializarme como psicoterapeuta. Después me trasladé a Cádiz. Desde allí, me formé en Sevilla como terapeuta familiar durante 5 años. 

Después de Cádiz, volví a Mallorca con la mochila llena de aprendizajes profesionales, y también de buenos momentos y de gente maravillosa que hoy son buenos amigos.

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EL TRABAJO SOñADO

Desde que empecé como psicóloga en Omnia en el año 2008, nunca he dejado de trabajar en la consulta ni de compaginarla con otras colaboraciones que me han enriquecido a nivel laboral y personal.

Una de las cosas que más me gusta de mi trabajo, es que me da la oportunidad de conocer gente maravillosa con la que tal vez nunca me hubiese cruzado o no podría hacer conocido con tanta profundidad.

Los pacientes acuden a mí porque sufren, porque ciertas cosas de su vida no van bien, pero en otras facetas de la vida son grandes maestros y ejemplos a seguir. 

He conocido auténticos supervivientes, modelos de bondad, personas con una sensibilidad asombrosa, otras muy divertidas e ingeniosa, ejemplos de coraje y valentía… En estos años he visto gente transitar procesos muy dolorosos y sobreponerse. Todos ellos me han dejado algún aprendizaje.

Poder contribuir al bienestar de los demás es lo que más me llena de satisfacción y lo que más realizada me hace sentir profesionalmente.

Para mí, significa mucho poder dar el alta a un paciente después de un tiempo de trabajo conjunto. Eso significa que  se ha reconciliado o reencontrado consigo mismo. Sé que desde ese momento podrá ir construyendo una vida, creando unas relaciones y tomando unas decisiones que lo harán sentir bien.

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Inspiracion

Desempeño mi profesión con gran entusiasmo, dedicación y entrega. Para mí ser una buena profesional implica una formación rigurosa y continua. Por este motivo, realizo de forma habitual formaciones específicas que me hacen crecer profesionalmente y me permiten ayudarte de la mejor manera posible en la consulta.

¿QUIERES SABER ALGO MÁS SOBRE MÍ?

En mi vida personal, me gusta llenar mi día a día de cosas que me aportan bienestar. Disfruto de pequeños placeres: estar en contacto con la naturaleza y los animales, leer, escuchar música, cocinar, dibujar o hacer deporte. Mi pareja, Borja, el peque de la casa, Xavier, mi hermana, mis padres y mis amigos ocupan un lugar muy importante en mi vida.

CALMA MEDITERRÁNEA
Un profesor de Sevilla solía decirme que yo era una persona serena y tranquila. Comparaba mi personalidad con la del Mar Mediterráneo. Lo cierto es, que yo también me veo así. Me considero, además, una persona honesta, sensible y empática. Con una mente abierta. Y, sobre todo, alguien en quien se puede confiar. Ser así es algo muy positivo para mi trabajo, porque hoy en día, la mayoría de gente necesita encontrar un refugio donde respirar calma y seguridad. Y quiero pensar que yo puedo ser ese refugio donde parar, charlar, reflexionar, y coger fuerzas para ordenar una vida.

SI LLUEVE,

QUE LLUEVA

En la vida, hay muchas situaciones que nos afectan y no podemos controlar.

Una ruptura complicada. Una enfermedad. Problemas familiares y laborales. La muerte de alguien muy cercano.

En cualquiera de estas situaciones es fácil sentir que pierdes el control sobre tu vida. Angustiarte. Sentirte perdido.  

Entre tanta confusión, no debes olvidar que existe algo que siempre puedes controlar. Algo que puede mantenerte estable y fuerte frente al caos y devolverte al «camino»: tú mismo. 

Es muy importante que conozcas tus fortalezas y que dispongas de habilidades con las que afrontar todas estas adversidades que vas encontrando en tu vida. Conocerte, aceptarte, quererte a ti mismo, ser coherente con tus propios valores y vivir de acuerdo a quién eres realmente es lo que más puede acercarte a una vida plena y feliz. Aunque todo esté mal a tu alrededor, cuando te conoces y eres consciente de las herramientas que posees, sientes confianza en ti mismo para sobreponerte a la mayoría de los reveses de la vida.

Y, con esa confianza, te atreves a transitar por la vida bajo la lluvia de otra manera, con la tranquilidad que da saber que esa tormenta también amainará.

Si llueve, que llueva… Porque vas a estar en buenas manos. Conmigo aprenderás a desarrollar una serie de habilidades muy útiles, que te permitirán encontrar soluciones a tus problemas.

Estás a un solo paso de sentirte mejor, de sentirte escuchado y de ponerte en marcha para arreglar aquello que te preocupa. Puedo asegurarte que sentirás que estoy a tu lado en cada sesión y que puedes contar conmigo siempre que lo necesites durante todo lo que dure la terapia.  

¿Me escribes? ¿Me llamas? 

Aquí te espero.

Margalida